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Las ventajas de ser invisible: el poder comunicativo de los ‘outsiders’

El 7 de octubre de 1958, los votantes de São Paulo fueron a las urnas para elegir su Concejo Municipal. Con más de 100.000 votos, Cacareco, un rinoceronte de cinco años que vivía en el zoológico de la ciudad, fue el ganador de esta contienda. Esta burla a la democracia la orquestó un grupo de jóvenes universitarios, que buscaban, como los ciudadanos que votaron por este inusual candidato, sentar un precedente: “era mejor votar por un rinoceronte que por un idiota”, como lo dijo uno de los electores.

Este fenómeno en política se conoce como el Voto Castigo, y es una de las explicaciones por las que llegan los ‘outsiders’ al poder, es decir, novatos que nunca han ocupado un cargo público ni han participado en política.

En Colombia, el caso más recordado es el de Luis Eduardo Díaz, más conocido como “Lucho”, quien trabajaba como ‘embolador’ de zapatos antes de ser elegido concejal de Bogotá en el año 2000. Su paso por la institución no fue ejemplar, recibió varias sanciones por indisciplina y protagonizó escándalos. Aun así, después de 19 años, vuelve a la política, como parte del equipo de trabajo del concejal por el Partido Liberal, Álvaro Cepeda, y regresa con una popularidad alta debido a la emisión de la novela La Gloria de Lucho, inspirada en su historia.

Donald Trump es otro ejemplo de outsider. Pese a ser conocido por su enorme fortuna y su personalidad de ‘showman’, antes de llegar a la presidencia de los Estados Unidos no había ocupado cargos públicos. Sin embargo, movía sus hilos del poder como uno de los grandes contribuyentes de campañas políticas, tanto de republicanos como de demócratas. Un caso similar fue el del ex presidente del Perú, Alberto Fujimori. Antes de convertirse en mandatario, fue anfitrión de un programa televisivo llamado ‘Concertando’ y se desempeñó como profesor y rector de la Universidad Nacional Agraria.

El gran valor de estos personajes es que se salen del marco del político tradicional, una imagen con la que los ciudadanos ya tienen un sesgo, pues asocian a los políticos tradicionales con corrupción y deshonestidad. Por lo tanto, los outsiders aparecen como una renovación a ese sistema político viciado y esa es una gran oportunidad para comunicar a los votantes o a los ciudadanos. Cuando el outsider es una persona del común, se valora su empatía y se genera identificación con sus experiencias, y cuando es un empresario, se admira su capacidad para liderar y producir rentabilidad en una empresa.

Así como la política sufre una crisis de credibilidad, las empresas se enfrentan a miles de incrédulos. Por eso, algunas empresas se han atrevido a darle el cargo de CEO o presidente a un estudiante o inexperto por tiempo limitado, como lo hicieron las multinacionales de reclutamiento humano, Michael Page y Adecco, con programas como ‘CEO por un mes’. En estos casos, la experiencia de un joven común comunica más que cientos de publicaciones mostrando qué hace la empresa, o incluso, las declaraciones de un vocero oficial.

En ese sentido, hay que aprovechar la visión renovadora que ofrecen los novatos, porque a diferencia de lo que nos han hecho creer, la inexperiencia no siempre es una desventaja, por el contrario, es la oportunidad de construir desde ceros lo más importante que debe generarse en una relación: la confianza.

Melisa Echeverri
Líder de contenidos

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